jueves, 27 de septiembre de 2012

Intro de la Razón (2do Capítulo)

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Foto de Maleonn

Este final me deja un mal sabor de boca, un dolor en la nuca insoportable. De pronto a mi lado se escuchan gritos, pero no llego a entender lo que quieren decir, es una pelea, una discusión. Se oyen botellas contra el piso, golpes secos contra el pavimento. Los gritos provienen de una mujer que pide paren de golpear a un chico. Paso a su lado, ella me mira, me pide ayuda, la miro, a pesar de estar a unos centímetros no escucho nada, todo está en mute, yo lo quiero así. La miro con mucha seguridad, sonrío y sigo mi camino. ¿Por qué he de ayudarla?, ¿ella lo haría por mí?, ¿me ganaría el paraíso si intervengo en un problema que no es mío?, creo que lo único que recibiría sería una paliza gratuita. No soy un superhéroe, ni un ciudadano modelo. No sé realmente quien soy. Levanto la mirada, cansado y metiendo las manos a mi bolsillo verifico que aún tengo un paquete que puede aliviar este mal momento.

Veo un grupo de mujeres con pantalones apretados, maquillaje exagerado y peinados a punto de colapsar. Todas ellas con una risa fingida celebrando alguna estupidez de ese hombre gordo que las acompaña, envuelto en cuero y oro a punto de abrir la puerta de una camioneta que parece un tanque.
Más allá distingo gente corriendo, son unos chicos que van de un lado a otro mostrando esas ganas de comerse al mundo, de embutírselo todo de un solo bocado. Exponen llenos de orgullo los efectos que las drogas sintéticas causan en sus comportamientos. Los hacen torpes, inútiles, parásitos de esta sociedad sumergida en su propia mierda.

Veo las calles, reconozco algunas. Una fila de casas antiguas que seguramente pertenecieron a alguna familia acaudalada que lo perdió todo por culpa de los sueños de opio de un dictador. Ahora se han convertido en bares y discotecas, en fumaderos de pasta y en espacios para comprar coca. Es difícil creer que antes esta ciudad era una ciudad de ensueño, llena de cultura y esperanza. Algunas de las construcciones están a punto de colapsar, parece que estuvieran preparadas para el fin, como si lo desearan, esperándolo con mucho anhelo, como lo hago yo. Sus ventanas abiertas son como ojos tristes que buscan en la inmensidad de la noche un milagro que acabe con su dolor. Un golpe certero en el corazón que le ponga fin a su agonía, a su condena. Quieren dejar de estar ahí, de ser parte del elenco de una pésima comedia. 

En esta ciudad el placer se camufla bajo las sombras de los árboles. Prendas mojadas de sudor, marcas blancas en la ropa interior. Las aceras empiezan a sufrir el tránsito sin sentido de los tacos. La cabeza me empieza a doler, seguramente es el resultado de la cerveza barata, de la droga pateada y de una erección que no encuentra donde reposar. Sigo mi camino, pero estoy perdido o mi destino está muy lejos, ahora me cuesta distinguir y me pregunto si podré recordar todo esto en unas horas,  por eso  intento grabarlo en mi memoria como si apretara un botón de rec y me aseguro a mí mismo que recordaré ese instante, pero sé que no será así, mañana será una tarde terrible, un despertar con resaca, con presión en el pecho, con la frente dura y con pocas ganas de levantarse.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Intro de la razón (1er Capítulo)



Foto de Andzej Dragan

La noche está por acabar. Siento como las calles empiezan a desprender ese nauseabundo olor al compás de una triste fuga. Esa mezcla de orina y mediocridad es superior a mí, me asfixia, me marea. Las arcadas empiezan. Me pongo nervioso y trato de evitarlas. Intento pensar en cosas agradables para distraerme, pero mis recuerdos son vagos, muy verdes, caníbales.

El cielo se pinta de un naranja tóxico y desagradable. Enmarca una atmósfera putrefacta, carente de belleza, de ternura y paz. El aire se pone espeso.
Siento la presión en el pecho y cierro el puño con fuerza creyendo que así la desesperación huirá, la angustia me dejará, la respiración se normalizará y la niebla que impide mi visión correará asustada por mis gritos de furia empujada por mi último aliento a perderse entre las lastimosas callejuelas que irrigan de pecado las venas abiertas de una ciudad decadente.

Las luces de los postes se dotan de movimiento al mezclarse con las nubes de humo que desprenden los autos "enchulados" de niños ricos que disfrutan alterar mis pensamientos con el ruido ensordecedor de sus tubos de escapes, sus bocinas estridentes y una música que ha degenerado con el tiempo, con las guerras, los sintetizadores, la falta de lectura y la fusión. Se ha transformado en un conjunto de sonidos que no tienen sentido, que explotan sin lógica alguna, que no cuentan una historia. Solo es ruido que se pierde en el viento.

Sueño a veces con toparme con uno de ellos en alguna esquina oscura decorada por un tímido poste de luz que en lugar de dar seguridad solo se convierte en el perfecto cómplice para un crimen. Es en esa esquina en donde tomaré a uno por el cuello y reclamaré mi justicia, acabaré con el tormento. Le daré un golpe directo y cuando reaccione verá sobre él un perro furioso con los ojos rojos, babeando de cólera, lo seguiré golpeando sin parar hasta sentir como sus dientes se van rompiendo y mis nudillos abriéndose. Deseo ver su nariz rota, que sienta de cerca la muerte, que intente respirar y no pueda. Tomaré un puñado de tierra y se lo meteré por las fosas nasales y mientras me seco el sudor disfrutaré del hermoso espectáculo de la agonía, una muerte asistida, a mi estilo, un crimen que deja de serlo pues, aunque suene loco, es solo un favor a la comunidad.

El ojo me empieza a latir, mi respiración se acelera. Tropiezo con parte del asfalto mal pavimentado y me apoyo en una pared que sirve de urinario, me miro la mano, me la llevo a la cara para oler lo que acabo de tocar, es el olor del final de la noche, las cuatro y cuarenta de la mañana. La hora en que los cuerpos sin vida buscan el camino de regreso a casa. Continuará...

MaloReputación ficción (foto:Misha Gordin)




La simulación de la realidad que realizan las obras literarias, cinematográficas o de otro tipo, cuando presentan un mundo imaginario al receptor...

En esta tercera temporada del MaloReputación solo se escribirá de ficción.
Verán pasar personajes inmundos, encantadores y algunos para recordar. 
Quizás se identifiquen con alguno y quieran trabajar conmigo un cadáver exquisito.
MaloReputación cambia como lo hacen los tiempos, veamos que tal va.
Esto es ficción al 100%, cualquier parecido con la realidad es problema de ustedes.
Espero entretenerlos.
Gracias por estos años en los cuales han seguido el blog.